domingo, 6 de marzo de 2016

XCIX FORO DE DEBATE INTERCULTURALIDAD EUROPEA




            El pasado martes 1 de marzo actual se desarrolló , en el Espacio CAMON de la Fundación Caja Mediterráneo, el contenido de este Foro en el que nuestro buen amigo y colaborador José María Tortosa Blasco, con su habitual desenvoltura mantuvo atentos a los asistentes con sus explicaciones acerca de las vicisitudes que, a lo largo de la historia, han acontecido y afectado a las diferentes culturas, en virtud de los movimientos migratorios y emigratorios de individuos y poblaciones.
            Pese a que el ser humano es una sola especie y, por tanto, la única distinción que cabría aplicar entre personas sería la debida a las diferencias idiomáticas y las derivadas de su propia historia,  se generan tensiones tanto por las necesidades de acomodación de quienes se ven obligados a salir de sus países de origen como por las políticas culturales y sociales (¿) erróneas de los países de destino, en las que se ha prescindido oficialmente de la idea de solidaridad, cuya solución se ha dejado de manera casi exclusiva en manos de los ciudadanos.
            Estas políticas han llevado a establecer diferencias culturales tanto internas como externas que han dificultado no solo la integración de los flujos inmigrantes sino la visión que, sobre ellos, se tiene en los países de acogida. La existencia actual de guetos en los que se autoalimenta la marginación de los individuos, que no se sienten integrados, da lugar a situaciones de violencia como las que venimos observando. Como consecuencia, se generan en  contra actitudes de no aceptación de sus costumbres o defensa a ultranza de “lo nuestro”.
            La crisis financiera ha dado lugar a una exacerbación de actitudes xenófobas, que han sido “sabiamente” alimentadas desde sectores de la política, señalando a los inmigrantes como culpables, con el fin de distraer a los ciudadanos de los problemas realmente importantes que tiene la sociedad actual.
            Como medio para conseguir que estas situaciones no se produzcan, debemos considerar la necesidad de implantar acciones formativas que permitan ampliar el conocimiento mutuo, reconociendo el importante papel que representan todas las culturas y no cerrar nuestras mentes a la posibilidad de aprender de “los otros”. Deseable sería, también, que las informaciones (¿) que se ofrecen fueran reales, transparentes y objetivas, a fin de que pudieran servir de base para lograr el entendimiento necesario para una convivencia pacífica.